No podíamos pasar por alto unos nombres tan célebres como los de Balenciaga o Lanvin, menos aún cuando se han dado cita en un escenario como el de la Paris Fashion Week. Así que a eso vamos, tratando de alumbrar un poco más los entresijos de la semana más importante de la moda parisina y descubriendo lo que nos espera la próxima temporada otoño-invierno 2013.
Empecemos por Lanvin, la firma de la prestigiosa diseñadora Jeanne-Marie Lanvin, creadora precoz y una de las principales artífices de la importancia que París ostenta hoy en el mundo de la moda. Su legado: la casa Lanvin, que tras la muerte de su fundadora en 1946 ha seguido evolucionando y ofreciendo propuestas tan sugerentes como la presentada este año en la Paris Fashion Week.
Lanvin recupera el aire retro del que hizo gala en anteriores temporadas y se inspira en la moda de los años 20 para presentar los vestidos de la próxima temporada otoñal. Estilo clásico y minimalista, sólo roto (¡y con estruendo!) por algunos complementos como los collares, extremadamente modernos y urbanos, inspirados en la cultura hip-hop que contrastan ruidosamente pero que también casan, al mismo tiempo, con extremada dulzura con los discretos estampados florales de las prendas. Alber Elbaz ha sido el diseñador de la firma parisina encargado de confeccionar las prendas de la próxima temporada entre las cuales, además de vestidos, también hay lugar para faldas de tubo hasta las rodillas y alguna que otra falda acampanada, reminiscencias de los años 50. También los abrigos hacen acto de presencia en la colección de Lanvin y, otra vez, el aire retro se deja sentir a través de los poros de piezas sacadas directamente de lo más profundo de la moda de los 70.
Y llega el turno de Balenciaga, que presenta al diseñador estadounidense Alexander Wang como nuevo artillero en jefe de la exclusiva firma vasca. El estructuralismo de corte más racionalista se pone, con Balenciaga, al servicio de la causa femenina y emprende el complicado camino de resaltar curvas y siluetas sin perder la rectitud de líneas. No podía ser de otra manera en una colección profundamente marcada por los contrastes: el blanco y el negro triunfan en la escala cromática elegida por Wang, tiñendo de elegancia y discreta insinuación las profusas faldas de tubo y las compuestas blusas y camisas, esta vez con un absoluto desprecio por los escotes.