Que Calvin Klein marca tendencias en ropa interior para hombre y mujer no es ningún secreto. Sus provocativas campañas comerciales exceden los límites de lo establecido en lo que a diseños y líneas se refiere, sin rebasar nunca los límites formales de lo que los espíritus más conservadores consideran adecuado.
A galope montado entre el formalismo tradicionalista y la innovación, Calvin Klein vuelve a reventar los parámetros de la moda interior para hombres, riéndose a carcajada limpia de lo que las encuestas y las estadísticas del mercado vienen anunciando desde hace algún tiempo.
No hace muchos días teníamos acceso a la publicación de datos más que fiables sobre la recuperación de los calzoncillos tipo bóxer, una tendencia que las principales marcas del sector no han pasado por alto a la hora de diseñar sus propuestas para la nueva temporada de primavera. Pero la oveja negra siempre se sale del rebaño y, mientras todos corren persiguiendo estampados originales, tallos más o menos ajustados, cortes innovadores y tactos de la más diversa índole, aterriza Calvin Klein saltándose a la torera, una vez más, cualquier norma establecida.
¿Que impera el gusto por los bóxer? ¿Que retornan los colores y las formas en ropa interior masculina? ¡Eso vale para otros! No para Calvin Klein, que arremete contra todo pronóstico con una campaña de ropa interior para hombre esencialmente anclada en el slip más tradicional y austero, rememorando las líneas concebidas en los 80, inspiradas en el futurismo y la ciencia-ficción de corte androide y replicante.
El hombre máquina, ausente de tintes humanos y de cualquier sentimiento paternal, el mismo evocado en campañas anteriores de CK en momentos en los que parecían imperar valores radicalmente distintos, entra en escena con una promoción de slips masculinos que nada tiene que envidiar a las estrategias comerciales de los principales fabricantes de motores de explosión, con la potencia propia de los vehículos de alta gama, en un elocuente blanco y negro que habla por sí mismo.
Quedan atrás los rostros personales y casi angelicales. La nueva propuesta de Calvin Klein, una vez más, rompe con los esquemas en el momento preciso, desmontando las campañas de sus competidores y apostando por el slip cuando parecía que el bóxer regresaba del abismo.