Cuando hablamos de los que ha sucedido con Nina Ricci en la Paris Fashion Week de este año, el término más ajustado para hacerlo de forma escueta, sintetizada, mejor que ‘desembarco’ sería ‘abordaje’. Y es que Ricci ha tomado literalmente la escena parisina deslumbrando con una colección que muestra la faceta más femenina y coqueta de una mujer retro, cándida pero a la vez fría, sobria y elegante, todo junto, mezclado en la coctelera Ricci con un resultado de sabores más que placenteros y perfectamente conseguidos.

La nueva colección de Ricci toma París

Ricci llega a París mezclando lo más y lo mejor de las propuestas de los demás diseñadores, desplegando sobre la pasarela un collage con rúbrica propia. La diva hollywoodiense de los 60 y los 70, homenajeada por Locking en Madrid y Mugler en la misma escena parisina, llega a la luminosa capital del Hexágono insinuando curvas y formas, ataviada con joyas, bolsos maxi y fabulosos peinados que ya querrían para sí las famosas de la época. Faldas plisadas (excelsas protagonistas de la colección), volantes y plumas juegan coquetas con el negro, el rojo pasión y el blanco nuclear más deslumbrante entre sedas, satines y lanas escocesas en tejidos tweed.

Peter Copping vuelve a deslumbrar con la colección otoño-invierno 2013-2014 de Nina Ricci

El artillero de Ricci para la ocasión, Peter Copping, ha sabido rescatar lo más elegante y sofisticado de las propias campañas de los años 70 de la firma, actualizándolas como sólo unas manos expertas y una mente ágil como la suya pueden llegar a lograr.

Prendas funcionales con marcada tendencia a las líneas rectas pero también con una frontera precisa y evidente: el contorno y la silueta, barreras insuperables de la forma femenina que Ricci impone a su pronunciada apuesta por el corte racionalista y geométrico.

Prendas funcionales con marcada tendencia a las líneas rectas, característica común de las piezas que ha presentado Ricci en París

Y poco más que añadir sobre el temperamento que rebosa la nueva colección otoño-invierno de Nina Ricci, presentada al son de las obras para piano de Phillip Glass, interpretadas por Katia y Marielle Labeque y apuntadas por el ritmo acompasado del calzado escogido por la firma para la ocasión: desde los imponentes redobles de los tacones de aguja hasta el suave deslizarse de las zapatillas bailarinas sobre la fina superficie de la moda parisina. Un auténtico placer para los sentidos y una dosis incontestable de tonificante para la buena salud de la moda internacional.

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